Un buen ejemplo de utilización de registros e imágenes de carácter científico para generar respuestas de crítico escepticismo y desconfianza, tanto hacia la idea de realidad como hacia el lenguaje y por extensión, hacía la fotografía, nos lo aporta el trabajo de Drew Nikonowitz (1993); en un mundo que creemos explorado hasta sus confines más remoto, el artista da realidad a lo misterioso y desconocido a través de imágenes teñidas de la atmósfera a la vez rigurosa y oscura de las observaciones y los experimentos científicos de hace un siglo.
Construyendo un espacio ficcional en torno a las primeras exploraciones científicas y fotográficas de los confines de lo conocido, el trabajo de Nikonowitz profundiza en el abismo existente entre realidad y ficción. Sus paisajes digitalmente generados evocan al temor de lo sublime, donde algo oscuro y amenazante se esconde en las sombras de las grietas.
Javier Vallhonrat